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Pollo y huevos, avanzando a obtenerlos en nuestra mesa sin crueldad

México PROTEINAS/AMINOACIDOS/PEPTIDOS

Con el paso de los años, la sociedad se ha hecho más consientes del sufrimiento de los animales que son criados para consumo. La mentalidad anti-antropocéntrica domina más en las nuevas generaciones. Global Animal Partnership (G.A.P.) está implementando una nueva iniciativa "The Better Chicken Project", para ayudar a que estas aves puedan tener una calidad de vida lo más humanamente posible.

También, la participación de tiendas de conveniencia y supermercados es importante para que esta tendencia llegue a nuestras mesas, pero que sin duda tardará un poco llegar debido a que el precio de estos productos es más alto que los convencionales.

Según la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, México, son el cuarto productor mundial de huevo con más de 2.77 millones de toneladas anuales. Y su consumo anual per cápita es de 22 kilos, lo que será un reto para que el consumo de pollo y huevo sin crueldad se pose en nuestro platos.

Los huevos se han considerado un producto saludable durante mucho tiempo por algunas personas que destacan su alto contenido de proteínas, vitaminas y grasas. Pero no son recomendables para todas las personas, especialmente para aquellas en riesgo de ciertas enfermedades. Varios estudios han relacionado el consumo regular de huevos con un mayor riesgo de desarrollar cáncer, diabetes y otras enfermedades.

Además, la salmonela es una de las principales culpables de intoxicación alimentaria, y esta bacteria, que se encuentra en las heces de los animales, puede estar presente en los cascarones de los huevos. La administración de alimentos y medicamentos de EE. UU. (FDA) estima que los huevos contaminados con salmonela causan alrededor de 30 muertes y enferman a casi 80,000 estadounidenses cada año.

La buena noticia es que hay muchas alternativas a base de plantas.  Además hay alternativas comerciales como Just Egg, Simply eggless, Vegg, tan similares a los reales que te sorprenderán por su sabor y textura. Así, dejar los huevos fuera de tu plato no solo es mejor para tu salud, también reduce el inmenso sufrimiento que viven las gallinas en las granjas industriales.

En las granjas industriales, de donde proviene más del 90% del suministro de huevos en México, las gallinas, llamadas comúnmente “ ponedoras”, son sometidas a increíbles actos de crueldad. Miles de ellas viven hacinadas, a menudo en lugares sucios, oscuros y con poca ventilación, donde no tienen la capacidad de ejercer sus comportamientos naturales. Mientras tanto, su cuerpo se ve obligado a producir tantos huevos como le sea posible.

Si hacemos la comparación con gallinas silvestres, que naturalmente ponen alrededor de 12 huevos en un año, las gallinas en las granjas industriales pone casi 3,000% más huevos, siendo obligadas a producir un huevo al día. Al final de su corta vida, cuando han agotado su capacidad reproductiva, las gallinas son enviadas al matadero, donde serán procesadas como carne barata.

La industria del huevo mata cada año a millones de gallinas ponedoras que alcanzan una edad menos fértil, 18 meses, así como sacrifica tras su nacimiento a cientos de millones de pollitos macho que no pondrán huevos y, por tanto, no será rentable mantener.

Tras años conviviendo con una industria donde únicamente el beneficio económico marca las pautas hasta tal punto, ahora, una empresa francesa ha creado el primer método en el que comer huevos no está ligado a esta masacre.

La llamada “Casa de las gallinas”, Maison des poules, es el santuario donde Poulehouse lleva a sus gallinas de más de 18 meses para que vivan dignamente hasta su muerte natural, que podría llegar a ser incluso a los diez años de vida. Para evitar además la muerte de los pollitos macho, la empresa colabora con una startup alemana que ha desarrollado sexage in ovo, una técnica con la que pueden conocer el sexo del huevo antes de que la gallina comience a incubarlo. "Muchos de nosotros amamos y consumimos huevos, pero no sabemos que las gallinas ponedoras se matan principalmente a la edad de 18 meses debido a una caída en su producción", afirma Poulehouse. "Sin embargo, una gallina puede vivir en promedio 6 años".

Con este concepto innovador y respetuoso, Poulehouse "ofrece el primer huevo que no mata a la gallina con un método de producción responsable y sin sacrificio. Las gallinas viven toda su vida en el mismo lugar, ya sea en la granja piloto de Limousin o con criadores asociados. Evolucionan al aire libre, con un comportamiento reproductivo que satisface sus necesidades naturales".

En cambio en España, un 82% vive en jaulas Nuestro país está aún a la cola de esta industria, donde este tipo de explotación supone aún un 82% de nuestra producción, incluso entre marcas bio o ecológicas donde las gallinas no viven enjauladas. Además de su sacrificio temprano y la muerte de los pollitos, este tipo de producción condena a los animales a no ver la luz del sol, tener sus picos cortados para evitar daños y estar continuamente sometidas a un alto nivel de estrés.

Así viven 32 millones de gallinas ponedoras en nuestro país, que ocupa el tercer lugar en producción de huevos según el grupo de previsiones de expertos de la Comisión Europea, por detrás de Alemania y Francia.

Suecia, sin emabrgo, es un ejemplo a seguir, aunque la rentabilidad económica de las grandes empresas se enfrenta cada día más a un consumidor informado, exigente, que coloca en la balanza de su cesta de la compra la salud y el bienestar animal.

Tanto la alimentación de las gallinas, como su libertad de movimiento, su nivel de estrés y su calidad de vida dejan una gran huella en los huevos, tal y como demostró un estudio español que logró reconocer el tipo de producción al que había sido sometida la gallina según su huella en la yema del huevo.

A la vanguardia de estas medidas se encuentra sin lugar a dudas, Suecia, que prohibió radicalmente estas prácticas ya en el año 1994, seguido de Austria que lo hizo en 2004. Alemania planea unirse a la prohibición para 2025 y en Francia este porcentaje supone un 52%, que continúa disminuyendo a pasos agigantados.

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