La industria alimentaria de República Dominicana enfrenta una creciente presión para adaptarse a las normativas de etiquetado frontal, una medida que busca advertir al consumidor sobre el contenido crítico de ciertos productos.
Esta regulación, impulsada por organismos internacionales de salud, obliga a los fabricantes a reconsiderar sus fórmulas para evitar advertencias visibles en sus envases.
Durante una entrevista en el programa Buenos Días RD, el cardiólogo Samuel Ramos abordó los desafíos que implica esta medida para el sector alimentario tanto en el país como en la región. Explicó que el etiquetado frontal consiste en un octágono negro con letras blancas, que señala si el producto excede los límites recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en componentes como azúcar, sal, grasas, edulcorantes artificiales o cafeína.
Ramos recalcó que el objetivo de esta etiqueta no es ofrecer información nutricional detallada, sino advertir de forma clara sobre la presencia de ingredientes potencialmente nocivos. “El etiquetado tiene objetivos muy claros: primero, informar. Es un derecho del consumidor”, afirmó el especialista. También advirtió que los productos con múltiples advertencias podrían perder competitividad, lo que lleva a muchas empresas a reformular sus recetas para mantenerse en el mercado.
En el caso dominicano, el proyecto legislativo sobre etiquetado frontal ha sido sometido en varias ocasiones desde 2019. Actualmente, el Ministerio de Salud Pública avanza con una resolución administrativa que podría entrar en vigor pronto. “Si la industria no presenta observaciones antes del 30 de abril, el Ministerio estará obligado a promulgar la resolución”, explicó Ramos.
Una vez emitida, la normativa otorgará a las empresas un plazo de 180 días para adaptarse. “Ese plazo no es para comenzar los cambios, sino para que a partir de entonces ningún producto que no cumpla con los requisitos pueda seguir en el mercado”, puntualizó.
Este tipo de regulación no es exclusiva de República Dominicana. Ramos destacó los avances de México, donde la medida se implementó primero por decreto y luego mediante ley, en respuesta al alto costo de enfermedades como la diabetes y la obesidad. Chile también adoptó esta política tras una década de debate, y Colombia exige que los productos importados incluyan las advertencias correspondientes, lo que ya se refleja en los anaqueles locales.
Finalmente, el cardiólogo hizo un llamado a la industria a anticiparse a los cambios normativos. “Si vas a hacer un pedido de empaques, no lo hagas con la etiqueta vieja”, aconsejó, sugiriendo que quienes se adelanten a la regulación podrían evitar pérdidas y ganar credibilidad ante consumidores más conscientes.