Neosilba batesi es el nombre científico de una mosca que, aunque identificada como plaga importante en otros cultivos, no se tenía relacionada por su poder y expansión en plantaciones de aguacate.
Investigadores de la U.N. la detectaron y recomiendan acciones para su adecuado manejo.
Ana Milena Caicedo, integrante del Grupo de Investigación en Diversidad Biológica de la U.N. Sede Palmira, afirmó que en cultivos del norte del Valle, en el corregimiento de Guacanal, municipio de El Cerrito, se determinaron graves daños en los frutos del aguacate, lo que desencadenó su inquietud por investigar sobre una posible plaga.
“En los cultivos encontramos gran cantidad de frutos en el suelo. Cada uno tenía un color rojizo entre el pedúnculo y el fruto, pero los agricultores y agrónomos de la zona decían que era un comportamiento normal y que no merecía mayor atención”, sostiene Caicedo.
Sin embargo, los investigadores encontraron huevos de un insecto dentro de los aguacates de diferentes variedades (Lorena, común y hass). Esto les llamó la atención y los llevaron al laboratorio para estudiarlo más a fondo.
Detectaron que esta especie, conocida como Neosilba batesi, pertenecía a la familia Lonchaeidae, una mosca cuyo poder y expansión en dichos cultivos no habían sido considerados, pues estaba clasificada como plaga en otras cosechas.
Por ello, en compañía de Eliana Valencia Lozano, estudiante de Ingeniería Agronómica, y del profesor Jaime Eduardo Muñoz, decano de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Sede Palmira, se encaminó el proyecto a determinar los daños que ocasionaba esta plaga y a indagar sobre el posible control.
“Encontramos graves daños en frutos de 20 a 30 días de desarrollo, cuando se presenta un cambio de coloración del pedúnculo con halos rojizos y abscisión del fruto. Por ello, se considera a Neosilba batesi como la especie de principal impacto económico en el cultivo de aguacate”, afirmó Valencia Lozano.
Los investigadores recomendaron a los productores retirar los frutos que presentaban síntomas de la plaga, para evitar que se propagara a otros cultivos y disminuyera la producción.
“El problema es que los agricultores no pensaban que era una plaga fuerte que acababa con sus cultivos. De hecho, ellos seguían haciendo la fertilización en las siembras y aún así la plaga se presentaba”, expresó el profesor Muñoz.
Por ello, encontrar que esas manifestaciones no eran un comportamiento fisiológico normal del aguacate, evidenció una problemática fitosanitaria que debe establecer planes de manejo que eviten más pérdidas.
El estudio sienta un precedente en Colombia sobre la plaga. “Ya sabemos cuál es díptero que ocasiona los daños. Ahora hay que pensar en estrategias de control biológico como hongos entomopatógenos, con los que se pueden atacar los adultos sin afectar el medioambiente, reduciendo el uso de insecticidas de síntesis química”, destacó Ana Milena Caicedo.
Esta investigadora recomienda un manejo integrado de plagas (MIP) en el que es fundamental indagar y conocer el blanco biológico (agente causal), las condiciones climáticas favorables o desfavorables para el establecimiento y diseminación de la plaga y la susceptibilidad de la planta al ataque.
El aguacate se cultiva especialmente en ocho departamentos que concentran el 90 % de la producción: Antioquia, Valle, Cauca, Caldas, Risaralda, Quindío, Tolima y Santander.
Según el ICA, el área cosechada de aguacate en Colombia pasó de 17.657 hectáreas en 2007 a 24.513 hectáreas en 2011 (39 % de incremento). A su vez, la producción pasó de 173.934 toneladas en 2007 a 215.089 toneladas en 2011, lo que equivale a un aumento del 24 %.